Hola amigos:
A más de desearles-aunque un poquito tarde-felicidad, progreso y paz en el 2010, les comento que pasé muy contento al final del 2009. Cambié de residencia y fué un descanso para mi familia. El barrio a donde me trasladé es muy tranquilo y seguro; se puede decir que es como un pequeño paraiso donde los niños juegan tranquilamente y todos los vecinos están pendientes de lo que suceda. Mis hijas lo han gozado pues el sitio de donde venimos no permite que los niños salgan; la casa en que vivíamos está ubicada en la avenida circunvalar y por ella transitan toda clase de automotores a gran velocidad, pues es la salida hacia el departamento del Huila; los niños no pueden salir, viven encerrados y expuestos al polvo que levantan los autos y a las emanaciones de sus motores; el ruido es impresionante, no se puede escuchar, hay que hablar a gritos. Ganamos en todos los aspectos al cambiarnos de casa. Sinembargo, perdimos algo a cambio. El día primero de enero del presente año y en circunstancias desconocidas murió Chulio, el lorito australiano compañero de Anita-con lo cual se redujo mi gruipo familiar. Claro que las mitología popular tiene sus explicaciones y álguien nos dijo que había muerto en lugar de uno de nosotros. Nos dio tristeza a todos pero debemos seguir. Anita ha estado muy callada y creemos, lógicamente, que le hace falta su compañero.
Hasta otro día y suerte.
Fernando Bedoya Londoño
martes, 19 de enero de 2010
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